Cómo afecta la radiación solar en invierno a los trabajadores
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Cómo afecta la radiación solar en invierno a los trabajadores

La jornada laboral comienza con la preparación, la elección del equipo correcto y la mentalización para enfrentar los desafíos del día. En invierno, esta preparación incluye capas de ropa para combatir el frío, calzado de seguridad y guantes robustos. Sin embargo, uno de los Elementos de Protección Personal (EPP) más cruciales es, paradójicamente, el más ignorado en esta época del año: el fotoprotector. Conoce por qué es importante y cómo afecta la radiación solar en invierno a los trabajadores.

Existe una percepción generalizada y peligrosa de que si el sol no calienta, no representa un riesgo. Esta idea, basada en la sensación térmica, lleva a innumerables trabajadores, desde la agricultura y la construcción hasta la minería y el transporte, a exponerse a un riesgo laboral invisible pero constante. La verdad es que la radiación ultravioleta (UV) no se toma vacaciones en invierno, y sus efectos sobre la salud son acumulativos e implacables.

La protección solar debe ser considerada un EPP no negociable los 365 días del año.

 

Riesgo laboral invisible: Por qué el frío y las nubes engañan al trabajador

En un entorno laboral, la evaluación de riesgos es la base de la seguridad. Sin embargo, tendemos a enfocarnos en los peligros inmediatos y tangibles: el riesgo de caída, el ruido o el manejo de maquinaria pesada. La radiación UV en invierno es un riesgo de categoría diferente: es silencioso, indoloro en el momento y sus consecuencias se manifiestan años o décadas después.

El engaño de la sensación térmica:

Durante los meses de frío, la temperatura del aire es baja y la inclinación del sol reduce la sensación de calor directo. Un trabajador enfocado en sus tareas y en mantenerse abrigado no percibirá la agresión de la radiación UV. Mientras el cuerpo lucha contra el frío, la piel está librando una batalla invisible contra los rayos UV, que siguen llegando a la superficie terrestre con una potencia significativa. Este desacople entre la sensación térmica y la intensidad real de la radiación es lo que convierte al sol de invierno en un peligro tan subestimado en el lugar de trabajo.

La permeabilidad de las nubes:

Las nubes no son un filtro eficaz contra la radiación UV. De hecho, se ha comprobado que hasta un 80% de esta radiación puede atravesar una capa nubosa. Para un trabajador que pasa una jornada completa de 8 horas al aire libre, la dosis de radiación acumulada en un día nublado puede ser lo suficientemente alta como para causar daño celular significativo, sentando las bases para problemas futuros.

Superficies que aumentan el riesgo:

Muchos entornos de trabajo están llenos de superficies reflectantes que actúan como espejos, multiplicando la dosis de UV que recibe la piel. La nieve es el caso más extremo, reflejando hasta el 90% de la radiación y prácticamente duplicando la exposición. Esto es un factor crítico para trabajadores de la minería o la construcción en zonas cordilleranas. Pero el riesgo no se limita a la nieve: el hormigón, el agua, la arena, el asfalto mojado y las superficies metálicas también reflejan los rayos UV, creando un entorno de exposición multidireccional que afecta zonas a menudo desprotegidas como el cuello, el mentón y las orejas.

 

Consecuencias a largo plazo: cuando el daño laboral se hace visible

La exposición crónica a la radiación UV es una enfermedad ocupacional de progresión lenta. Las consecuencias no son una simple molestia estética; son problemas de salud graves que pueden afectar la calidad de vida y la capacidad para seguir trabajando.

Fotoenvejecimiento:

Desde una perspectiva de salud laboral, el fotoenvejecimiento no es la aparición de arrugas. Es la degradación de la integridad estructural de la piel, su órgano protector más grande.

Pérdida de la función barrera:

La exposición acumulada a los UVA destruye el colágeno y la elastina. Esto se traduce en una piel más delgada, frágil, menos elástica y con menor capacidad para cicatrizar. Una piel estructuralmente debilitada es más susceptible a heridas, infecciones y otras agresiones del entorno laboral, perdiendo su capacidad de proteger eficazmente al organismo.

Cáncer de piel:

Este es el riesgo más serio y debe ser tratado con la máxima importancia.

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